BENDITA MALA SUERTE
«Perdido en las fealdades de este mundo y atrapado por las multitudes, soy un hombre cansado cuyo ojo no alcanza a ver, en la hondura de los años, sino inquietudes y amarguras, viendo ante mí tan sólo un huracán en el que nada nuevo se contiene, vacío de dolor y de enseñanzas».
ʺEl surrealismo se ha dedicado a restablecer el diálogo en su verdad esencial. Los interlocutores son liberados de la obligación de la cortesía. Quien habla no va a deducir una tesis. En cuanto a la respuesta, ella no repara por principio en el amor propio del que ha hablado. Las palabras y las imágenes no sirven al espíritu del que escucha más que como un trampolín.ʺ Bella noción del manifiesto surrealista de Breton. Plasma la fórmula del malentendido dialógico, es decir de lo que está vivo en el diálogo. Pues ʺmalentendidoʺ se llama el ritmo con el cual la única verdadera realidad se abre paso en la conversación. Cuanto más verdaderamente sabe hablar un hombre, tanto más felizmente se lo malentiende. Walter Benjamin
Tres poemas de PAUL CELAN que nos ponen ante el silencio descomunal que crepita detrás de las palabras, diciendo lo indecible, traduciendo aquello que el Olvido guarda.
Destruir el decir para volver a escuchar.
ESTOS POEMAS SON LA MUESTRA MAS EMOCIONANTE, MAGNIFICA DE LA POESÍA DE PAUL CELAN
Retrato de una sombra
Tus ojos, huellas de luz de mis pasos;
tu frente, temida por el brillo de las dagas;
tus cejas, travesía de las pérdidas;
tus pestañas, mensajeros de cartas largas;
tus rizos, cuervos, cuervos, cuervos;
tus mejillas, campo de armas de la mañana,
tus labios, huéspedes tardíos;
tus hombros, estatua del olvido;
tus pechos, amigos de mis serpientes;
tus brazos, árboles ante la puerta del castillo;
tus manos, tablas de juramentos muertos;
tus caderas, pan y esperanza;
tu sexo, ley del incendio del bosque;
tus muslos, alas en el abismo;
tus rodillas, máscaras de tu cortesía;
tus pies, campos de batalla de las ideas;
tus plantas, gruta del fuego;
la huella de tu pie, el ojo de nuestra despedida.
En los ríos
En los ríos, al norte del futuro,
tiro la red, que tú, indecisa,
llenas con sombras
escritas por las piedras.
Elogio de la lejanía
En la fuente de tus ojos
viven las redes de los pescadores del mar errante.
En la fuente de tus ojos
mantiene el mar su promesa.
Aquí arrojo
un corazón que vivió entre los hombres,
mi ropa y el fulgor de un juramento:
me encuentro más desnudo que lo oscuro en lo negro.
Sólo al renegar soy fiel.
Soy tú cuando soy.
En la fuente de tus ojos
robo y sueño.
Una red capturó otra red:
nos separamos enlazados.
En la fuente de tus ojos
un ahorcado estrangula la soga.
Poemas publicados en la antología bilingüe de Paul Celan Sin perdón ni olvido, Cuadernos de la memoria número 5, Universidad Autónoma Metropolitana, México, 1998. Versión al español, estudio, cronología y bibliografía de José María Pérez Gay.
Si existiese esa alma de la mercancía de la que en broma habla a veces Marx, debería
ser la más empática que se haya visto en el reino de las almas, pues tendría que ver en
cada cual a ese comprador a cuya mano y cuya casa tiene que amoldarse. Pues la
empatía es el tipo de ebriedad a que el flâneur se entrega en el seno de la multitud.
(El París del Segundo Imperio en Baudelaire)
esa jaulita de tinta
en donde también canta la rabia
y un cierta alegría intachable
barricada de labios chamanes
cuyas lenguas
resucitan tu sueño.
Es revolucionario reir
incluso bajo las sábanas
de un dia que tarda
como cuando te pierdo de vista.
Ella siempre les decía:
venid llorados de casa.
No creo
que tanta miserable alegría
tanto trinar de escaparates
tanto pájaro con jaula
tanta zanja como herramienta
tanto cimiento como fosa
tanta alcantarilla como tumba
tanta niña con domador
tantos jóvenes con el alma desdentada
tanta monja armada
tanta ostia volando rasante
desde el hambre al vaticano
tanta canción para matar
tanta música para degollar hierba
tanto escenario para morir prestado
tanto beso ensangrentado
hojas de afeitar en la lengua
en vez de tu nombre
olvido afiladisimo como la v
maldita de la victoria
y su miserable alegría,
no creo que todo esto
sean frutos que lleguen
hasta las alhacenas del próximo otoño
Tumbada en el suelo,
Con la protección de la tierra,
El último año
Se acuesta al Norte, no tan lejos
De tus dedos de fuego.
La salud es como la hierba,
Y como ella crece sin contar con tus deseos.
El verano
Sostiene en alto a la tierra
Y casi todo se cura
Cuando llega el invierno.
Seguro que en esta noche que brilla
Como las sombras de tus ojos
Los corazones lloran
Curando la pena
Y todas las estrellas tan limpias,
Y tam limpísimas las sombras…..
El último año se acuesta al norte
Y las próximas nieves
Serán saludables
Como tu llanto ahora.
Hoy la noche se acuesta a mi lado
Sin el brillo oscuro de tus ojos.
Tus labios vuelan
sobre mi cielo
donde se estampa un bosque.
Un aleteo concéntrico
suplanta el hueso de saliva
con un maelstron tangible
Túmbate entre las sílabas
arriesga la cordura
gira un astro entrañable
respira hasta caer sin alma.
El «pequeño acantilado»,
a cuyo borde se ha tendido
a descansar con negligencia
la parte más pesada de tu cuerpo
sobresale hasta punzar la muerte.
Volcánica estirpe
la que chupa mi cordura
y eres tu la horda
que empuja la flor de carne
que solo un hocico arde
entre este tinglado de leche.
Mira, lleno de vértigo,
y descubre la vasta y oceánica ceguera
cuyas aguas tienen el calor de un nubio.
Hurga, hurga hocico en llamas,
habla con le petit enfer
donde la savia murmura
un bosque en la punta de mi lengua.
Y ahora encaramado en la cumbre
contempla como palpita el universo.
Había cielo a manos llenas, y mocos,
mapas de mocos en las mangas,
tiendas sin trampas, aceite en paño,
las risas sabían a estraperlo y a aceite virgen
los dedos en los escondites,
jugaban a enfermeras y ladrones.
Los veranos eran anchos y tupidos,
gordos y se tumbaban bajo los cerezos
con los jóvenes padres
mientras las muchachas zurcían niños delgadisimos
y cuentos para los inviernos impíos,
de fríos verticales y deshabitados
que encantaban las manos
llenas de remiendos y grietas
que nos hacían santos sin remedio.
Pero pecabamos tempranito
con las sobrinas de los curas
y con los animales domésticos que comian el frio.
Tumbada en el suelo,
Con la protección de la tierra,
El último año
Se acuesta al Norte, no tan lejos
De tus dedos de fuego.
La salud es como la hierba,
Y como ella crece sin contar con tus deseos.
El verano
Sostiene en alto a la tierra
Y casi todo se cura
Cuando llega el invierno.
Seguro que en esta noche que brilla
Como las sombras de tus ojos
Los corazones lloran
Curando la pena
Y todas las estrellas tan limpias,
Y tam limpísimas las sombras…..
El último año se acuesta al norte
Y las próximas nieves
Serán saludables
Como tu llanto ahora.
Hoy la noche se acuesta a mi lado
Sin el brillo oscuro de tus ojos.
SOY QUIEN PONE EN MARCHA LA MAÑANA
Así que pongo en marcha la mañana
atlántica, con todo su engranaje,
las compuertas se abren, estruendosas,
los grandes portalones celestiales,
levantados paneles invisibles,
émbolos infinitos que remueven
los espacios cerrados, los desplazo
ahuyentando las sombras, con violencia
hacia zonas azules, que penetre
en grandes cantidades oceánicas
la luz por todas partes cada día.
Un inmenso trabajo, indescriptible.
Aparte de cumplir todos los pasos
soy también quien los goza, pues me entrego
a su contemplación, su turbulencia,
la cantidad más grande concebida,
inmensa maquinaria puesta a punto
cada mañana, desde mi ventana.
Insólito espectáculo. Para luego
dejar que todo marche, que transcurra
según los apetitos espaciales.
Manuel Padorno
Cuanto más antiguo es un pueblo, más significativa su poesía; cuanto más antiguos sus poetas, más inalcanzables son sus obras. Una ojeada simultánea a los cantos del mundo antiguo y a los poemitas de los modernospueblos muestra que los pasos de estos últimos por el camino de la poesía han sido cualquier cosa menos progresos; que a nuestras obras colmadas de ripios unas fuentes antiguas les han dado su tema; que la seriedad de la poesía de otros tiempos se ha ido convirtiendo en una broma más o menos patente, y que el maestro del pueblo se ha convertido ya en el contertulio que hoy ayuda a matar el tiempo a unas cuantas personas de buena familia.
Los retrocesos de la poesía
Carl Gustav Jochmann, Reliquien, Hechingen, 1837, pp. 251 y ss. Cit. en W. Benjamin, Obras II, 2, p. 201
A. R. Ammons
Quietud
Dije: buscaré lo que es humilde
y pondré las raíces de mi identidad
allí:
todos los días despertaré
y encontraré lo humilde cerca,
un centro focal y recordatorio apropiado,
una medida dispuesta de mi significado,
la voz mediante la cual sería escuchado,
las voluntades, los tipos de egoísmo
que podría
libremente adoptar como propios:
pero aunque he buscado en todas partes,
no puedo encontrar nada
a lo que entregarme:
todo es
magnificente con la existencia, está en
la cúspide de la gloria:
nada está disminuido,
nada ha sido desminuido para mí:
dije: qué es más humilde que la hierba:
ah, debajo,
una corteza de suelo de musgo seco quemado:
lo miré bien de cerca
y dije: éste puede ser mi hábitat: pero
al anidarme allí
encontré
bajo el pardo exterior
mecanismos verdes más allá del intelecto
esperando la resurrección con la lluvia: de modo que me incorporé
y corrí exclamando que no hay nada más humilde en el universo:
encontré un mendigo:
un muñón en vez de piernas: nadie le prestaba
ninguna atención: todos pasaban sin mirar:
me anidé y encontré su vida:
allí, el amor sacudió su cuerpo como una devastación:
dije
a pesar de que he buscado en todas partes
no puedo encontrar nada humilde
en el universo:
di vueltas a través de transfiguraciones de arriba abajo,
transfiguraciones de tamaño, forma y lugar:
en un punto de pronto llegó la quietud,
yo quedé maravillado:
musgo, mendigo, maleza, garrapata, pino, yo, magnificente
con el ser!
De The Selected Poems: 1951-1977, Expanded Edition
William Blake
De “Augúrios da Inocência
Ver todo um Mundo num grão
E um Céu em ramo que enflora
É ter o Infinito na palma da mão
E a Eternidade numa hora.
Um tordo rubro engaiolado
Deixa o Céu inteiro irado…
Um cão com dono e esfaimado
Prediz a ruína do estado…
Ao grito da lebre caçada
Da mente, uma fibra é arrancada
Ferida na asa a cotovia,
Um querubim, seu canto silencia…
A cada uivo de lobo e de leão
Uma alma humana encontra a redenção.
O gamo selvagem acalma,
A errar por aí, a nossa alma.
Se gera discórdia o judiado cordeiro,
Perdoa a faca do açougueiro…
A verdade com mau intuito
Supera a mentira de muito.
É justo que assim deva ser:
É do homem a dor e o prazer;
Depois que isso aprendemos a fundo,
Seguros podemos sair pelo mundo…
O inquiridor, que astuto se posta,
Jamais saberá a resposta…
O grito do grilo ou uma charada
À dúvida dão resposta adequada…
Quem duvida daquilo que vê
Jamais crerá, sem como e porquê.
Se duvidassem, sol e lua
Apagariam a luz sua.
Soltar tua ira pode ser um bem,
Mas bem nenhum quando a ira te retém…
Toda manhã e todo entardecer
Alguém para a miséria está a nascer.
Em toda tarde e toda manhã linda
Uns nascem para o doce gozo ainda.
Uns nascem para o doce gozo ainda.
Outros nascem numa noite infinda.
Passamos na mentira a acreditar
Quando não vemos através do olhar,
Que uma noite nos traz e outra deduz
Quando a alma dorme mergulhada em luz.
Deus aparece e Deus é luz amada
Para almas que na noite têm morada,
Mas com a forma humana se anuncia
Para as que vivem nas regiões do dia.
(William Blake - De “Augúrios da Inocência” – trecho – os cortes no texto são indicados por reticências e as estrofes foram eliminadas)
(William Blake: prosa e poesia selecionadas. Seleção, tradução e notas de Paulo Vizioli. São Paulo: Nova Alexandria, 1993. ps.76 a 79 – Corrigindo “açogueiro” – Agradeço ao amigo, leitor e poeta Nilton Maia pelo livro de presente, que possibilitou a primeira publicação em Português deste poema com referência bibliográfica.) http://www.poesiaspoemaseversos.com.br/william-blake/
(Texto original completo e com estrofes)
To see a world in a grain of sand
And a heaven in a wild flower,
Hold infinity in the palm of your hand,
And eternity in an hour.
A robin redbreast in a cage
Puts all heaven in a rage.
A dove-house fill’d with doves and pigeons
Shudders hell thro’ all its regions.
A dog starv’d at his master’s gate
Predicts the ruin of the state.
A horse misused upon the road
Calls to heaven for human blood.
Each outcry of the hunted hare
A fibre from the brain does tear.
A skylark wounded in the wing,
A cherubim does cease to sing.
The game-cock clipt and arm’d for fight
Does the rising sun affright.
Every wolf’s and lion’s howl
Raises from hell a human soul.
The wild deer, wand’ring here and there,
Keeps the human soul from care.
The lamb misus’d breeds public strife,
And yet forgives the butcher’s knife.
The bat that flits at close of eve
Has left the brain that won’t believe.
The owl that calls upon the night
Speaks the unbeliever’s fright.
He who shall hurt the little wren
Shall never be belov’d by men.
He who the ox to wrath has mov’d
Shall never be by woman lov’d.
The wanton boy that kills the fly
Shall feel the spider’s enmity.
He who torments the chafer’s sprite
Weaves a bower in endless night.
The caterpillar on the leaf
Repeats to thee thy mother’s grief.
Kill not the moth nor butterfly,
For the last judgement draweth nigh.
He who shall train the horse to war
Shall never pass the polar bar.
The beggar’s dog and widow’s cat,
Feed them and thou wilt grow fat.
The gnat that sings his summer’s song
Poison gets from slander’s tongue.
The poison of the snake and newt
Is the sweat of envy’s foot.
The poison of the honey bee
Is the artist’s jealousy.
The prince’s robes and beggar’s rags
Are toadstools on the miser’s bags.
A truth that’s told with bad intent
Beats all the lies you can invent.
It is right it should be so;
Man was made for joy and woe;
And when this we rightly know,
Thro’ the world we safely go.
Joy and woe are woven fine,
A clothing for the soul divine.
Under every grief and pine
Runs a joy with silken twine.
The babe is more than swaddling bands;
Throughout all these human lands;
Tools were made and born were hands,
Every farmer understands.
Every tear from every eye
Becomes a babe in eternity;
This is caught by females bright,
And return’d to its own delight.
The bleat, the bark, bellow, and roar,
Are waves that beat on heaven’s shore.
The babe that weeps the rod beneath
Writes revenge in realms of death.
The beggar’s rags, fluttering in air,
Does to rags the heavens tear.
The soldier, arm’d with sword and gun,
Palsied strikes the summer’s sun.
The poor man’s farthing is worth more
Than all the gold on Afric’s shore.
One mite wrung from the lab’rer’s hands
Shall buy and sell the miser’s lands;
Or, if protected from on high,
Does that whole nation sell and buy.
He who mocks the infant’s faith
Shall be mock’d in age and death.
He who shall teach the child to doubt
The rotting grave shall ne’er get out.
He who respects the infant’s faith
Triumphs over hell and death.
The child’s toys and the old man’s reasons
Are the fruits of the two seasons.
The questioner, who sits so sly,
Shall never know how to reply.
He who replies to words of doubt
Doth put the light of knowledge out.
The strongest poison ever known
Came from Caesar’s laurel crown.
Nought can deform the human race
Like to the armour’s iron brace.
When gold and gems adorn the plow,
To peaceful arts shall envy bow.
A riddle, or the cricket’s cry,
Is to doubt a fit reply.
The emmet’s inch and eagle’s mile
Make lame philosophy to smile.
He who doubts from what he sees
Will ne’er believe, do what you please.
If the sun and moon should doubt,
They’d immediately go out.
To be in a passion you good may do,
But no good if a passion is in you.
The whore and gambler, by the state
Licensed, build that nation’s fate.
The harlot’s cry from street to street
Shall weave old England’s winding-sheet.
The winner’s shout, the loser’s curse,
Dance before dead England’s hearse.
Every night and every morn
Some to misery are born,
Every morn and every night
Some are born to sweet delight.
Some are born to sweet delight,
Some are born to endless night.
We are led to believe a lie
When we see not thro’ the eye,
Which was born in a night to perish in a night,
When the soul slept in beams of light.
God appears, and God is light,
To those poor souls who dwell in night;
But does a human form display
To those who dwell in realms of day.
(William Blake – fonte: Wikipedia)